viernes, 18 de octubre de 2013

ZOILA HORA DE ROBLES EN LA INTIMIDAD.

Doña Zoila Hora de Robles,  educadora chepenana de
Primera Categoría, estudió en la Normal de San Pedro
en Lima, cuyas religiosas le dieron todas las pautas
académicas, las que puso en vigencia en su ciudad natal,
su querido Chepén. Ella mostraba una imagen ante sus
alumnas que la hicieron una maestra inolvidable, al punto
de haber solicitado ellas mismas y el pueblo chepenano
al Supremo Gobierno, que uno de los principales colegios
de esa ciudad norteña, lleve el nombre de la educadora.

   Lo cual se llegó a concretar el año 1,967, durante el primer
gobierno de Fernando Belaúnde Terry.

  Y ¿Cómo era ella en la intimidad de su hogar? o ¿Cómo
fue durante su juventud y niñez?

  Trataremos de relatar algunas de las anécdotas que nos
fueron contadas y otras que vivimos al lado de ella.

  Una vez en "Faucett"*, un  anciano chepenano me dijo
que había conocido a "Zoilita" cuando era joven, sobre
todo viéndola bailar en las representaciones teatrales que
se llevaban a cabo en Chepén. Que bailaba la jota, un
baile español, ahora olvidado, con mucha gracia y simpatía.

  Mi hermana Rosa me cuenta también que nuestra madre
tocaba muy bien el piano. Tocaba entre otras piezas
musicales: el vals "Desde el alma", así como "La Cumparsita"
"El Choclo" y algunos tangos más del repertorio argentino.

   Una vez me encontré con una anciana de apellido Morales
Bermúdez, en un microbús que viajaba por Magdalena y ella
me dijo que había sido condiscípula de mi madre.  Que era
muy alegre y sus compañeras la habían "elegido" como
"Alcaldesa de Chepén", fue algo del ingenio limeño, que
demostraba cuánto quería doña Zoila a su tierra, aún cuando
estudiase en Lima.

  ¿Y cómo era en la intimidad familiar?  Yo recuerdo a mi
madre cantando muchas canciones antiguas y algunos
extractos de zarzuelas: Recuerdo cuando cantaba partes
de "La del Soto del Parral": aquélla que decía:

 "-¿Dónde estarán nuestros mozos, que a la cita no
quieren venir?
-Ya estoy aquí, ¡no te amohínes mujer! etc.

  Y algunas otras canciones más, sobre todo tangos.

   Me parece verla sentada en su sillón predilecto en
la sala de la casa, tejiendo con sus cuatro palillos de
acero, los calcetines para su hijo y su esposo, con ese
hilo especial, de color para mí, y blanco, para mi padre.

   O también haciendo los alfeñiques. Ese dulce
norteño parecido a la melcocha, que agrandaba con
sus manos como si fuera una madeja de lana.
 
   O preparando la maizena que nos daba en la tarde.

    Doña Zoila en su hogar, siempre estaba haciendo algo.

    Cuando venía a casa, tocaba la puerta con su
anillo, nunca con los nudillos de la mano y no usó
la llave, lo mismo que mi padre. Siempre tocaban la
puerta.

    Tenía una cartera grande con una especie de bola
que semejaba una piedra preciosa, la cual servía de
cierre. Nunca le faltó su anillo nupcial de oro, ni su
sortija, del mismo metal, en forma de rombo con sus
iniciales. Cuando leía, usaba unos lentes redondos
peculiares, aunque solo los usara para leer.

     Antes de salir a la calle, nunca dejaba de maquillarse,
usaba polvos, chapas y perfumes, uno de los cuales
era de la marca "Canoe".

    Y sobre todo, era muy risueña. Todo el día estaba
haciendo bromas, riendo y contando anécdotas graciosas
que generaban un ambiente jocoso y de alegría suprema en
aquel dichoso hogar. Mi padre un tanto serio, se contagió
de aquella alegría y en algunas oportunidades hacía
bromas que nos causaban mucha risa. Hasta la empleada
doméstica reía a mandíbula batiente.

    Ni en sus últimos momentos dejó de reír.  Un día
antes de su muerte, estaba riendo y su tía, en cuya casa
estaba hospedada, le llamó la atención. Mi tía Delia,
me comentó que ella se lamentó que su tía no aprobase
su excelente sentido del humor, aunque mi tía abuela
lo hiciera para prevenir su salud precaria, que pensaba
podía afectarse por un exceso de buen humor.

    Mi madre me comentó de su partida definitiva de este
mundo y yo protesté. -¡Por qué me tengo que quedar
huérfano, tan joven! (tenía 9 años y ya había perdido a
mi padre) Y ella me dijo que eran los designios
de Dios, los cuales se deberían aceptar con resignación
y amor hacia nuestro Creador.

   Así ese mundo de alegría y felicidad acabó un
29 de noviembre de 1955, pero ha quedado reflejado
en nosotros que la recordamos con mucho cariño y
añoranza.

    No se crea que somos dramáticos, el mundo de
alegría y felicidad continúa en quienes recibimos su
ejemplo y conocimos de cerca lo maravillosa madre
que fue doña Zoila Hora de Robles.

San Borja, 18 de octubre del 2,013.

EMILIO ULISES ROBLES HORA.
      
* Compañía de Aviación Peruana, ahora desaparecida.
 

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